martes, 11 de mayo de 2010
MUSICA ETNICA
En occidente, cuando hablamos de música étnica o de raíz, dirigimos nuestras miradas a lugares alejados de nuestra cultura, a lugares exóticos, a la música relacionada con ciertos ritos... El concepto de música étnica aparece por primera vez en 1950 con el musicólogo holandés Jaap Kunst, que denominó ethno-musicology a la hasta entonces conocida música comparativa o musicología de los pueblos exóticos, que recogía las músicas no occidentales para su estudio comparativo. Hoy por hoy en occidente, seguimos asociando éste género con lo que va mas allá de nuestras fronteras, cuando abarca un terreno más amplio, es decir, que incluye también nuestra cultura.
A pesar de la variedad de definiciones que se le han dado a este género a través de los años, todas vienen a decir lo mismo variando en aspectos no esenciales. La música étnica es la relativa o perteneciente a un grupo cultural, que resulta de los valores, actitudes y creencias de sus integrantes, y que reconocemos también como música primitiva, tradicional, folklórica y de raíz, incluyendo la música europea que haya conservado los vestigios de una práctica musical arcaica.
Estilos de Música Étnica
Africano
Afro-Beat
Afro-Blues
Afro-Funk
Afro-Jazz
Afro-Latino
Afro-Pop
Afro-Rap
Afro-Reggae
Afro-Salsa
Apala
Árabe-Andaluz
Assiko
Atalaïa
Azawan
Bend Skin
Bereber
Bhangra
Biguine
Bikutsi
Bomba
Brasil-Jazz
Cadanse
Cajun
Calypso
Candombe
Celta
Chaabi
Chimurenga
Choro
Clásica hindú
Coladeira
Cumbia
Fuji
Funana
Gitano
Gnawa
Gospel
Gumbé Gwoka
Highlife
Jeli
Jit
Jojoli
Juju Music
Kabyle
Makassi
Makossa
Malogué
Maloya
Madinga
Mapouka
Mazouk
Mbalax
Mbaqanga Music
Mbube
Merengue
Morna
Música israelí
Música kurda
Música sufi
Música tradicional Tradicional mongol
Música zulú
Percusión
Ragga Rap
Rai
Rara
Reggae
Rumba africana
Sega
Semba
Soca
Songo
Soukouss
Tchamassi
Wassoulou
Zouk
Algunos de los artistas o grupos más representativos son:
FELA KUTI
YOUSSOU N'DOUR
TONY ALLEN
CESARIA EVORA
RAVI SHANKAR
FANFARE CIOCARLIA
¿Qué es la música étnica?
Se denomina música étnica a cualquier actividad musical que emana de una colectividad social y se transmite por tradición oral, perteneciendo a toda la comunidad en su conjunto. El proceso de formación de las obras étnicas o folklóricas es diverso. Fenómenos rituales, lúdicos -de juego- o de comunicación de noticias se señalan como principales fuentes de origen. Las composiciones son inicialmente creadas por un solo individuo, y son su divulgación y la repetición en la interpretación las que las conforman y amoldan a una determinada comunidad hasta convertirse en patrimonio de todo un círculo social.
Características formales
Las composiciones de música folklórica no difieren en demasía de las de la música culta en cuanto se refiere a su dimensión técnica, ya que comparten idénticos ritmos, escalas y estructuras. Carecen de notación escrita y, en general, de improvisación sistemática, y suelen referirse a temas épicos o amorosos contados en forma de baladas. Son corrientes también las canciones de trabajo, las que acompañan a juegos y celebraciones y las relacionadas con el ciclo agrícola anual, centradas con frecuencia en el ámbito de la danza popular.
Estrofas de pocos versos con rima libre que se repiten estructuralmente a lo largo de la canción constituyen a lo largo de la canción constituyen un patrón profusamente empleado en este tipo de obras. La música es monofónica o de melodía única, si bien en ocasiones se agrega una segunda línea melódica sobre la voz principal, aunque siempre dentro de esquemas sencillos.
Las obras folklóricas requieren para su interpretación escasos y poco complicados instrumentos: flautas, laúdes, guitarras o piezas de percusión. La influencia de la música orquestal, acentuada a partir del siglo XIX, ha dotado progresivamente a estas manifestaciones musicales de instrumentos cada vez en mayor número y complejidad, como violines, clarinetes, arpas y armónicas, etc. El ritmo y métrica de la música étnica dependen del verso empleado, al acomodarse la melodía a la letra y no al contrario. En el ámbito americano y en la Europa occidental, cada sílaba suele corresponderse con una nota, resultando una distribución estrófica aproximadamente simétrica. Sin embargo, los folklores balcánicos, y en especial el yugoslavo, el rumano y el húngaro, son ricos en melismas, figuras métricas en las que una sílaba se extiende sobre varias notas sucesivas. La música folklórica oriental, así como las de zonas de las penínsulas ibéricas (flamenco) y balcánica, poseen abundantes pasajes inarticulados y exentos de una medida rígida en los que la voz o el instrumento se pierden en inflexiones y requiebros melódicos.
Se suelen emplear en esta música escalas relativamente simples, en ocasiones de sólo dos o tres notas. La escala pentatónica o de cinco notas es propia de la música oriental y buena parte de la europea, que emplea además la escala diatónica usual, de siete notas, en varios de sus modos o combinaciones. Es frecuente además el uso de escalas que podrían considerarse desafinadas, por incluir sonidos que no tiene cabida en las disposiciones musicales clásicas. Tal es el caso de los Estados Unidos, derivado de los antiguos cánticos de esclavos, y del más primitivo flamenco español.
Instrumentos y estilos
En un sentido amplio y a pesar de la gran variedad de instrumentos que aparecen en las distintas culturas, puede establecerse una clasificación en grupos atendiendo a su origen, tipo o diseño.
Los instrumentos antiguos poseían en ocasiones funciones ajenas a las puramente musicales en el ámbito de la actividad humana individual o social. Así, cuernos de caza, tambores de guerra o de ceremonias, reclamos de animales presentaban con frecuencia una finalidad doble. En tal contexto, para los pueblos primitivos las hojas de árbol servían de silbatos, de las cañas se modelaban flautas y con los huesos de las presas se fabricaban pitos y cajas de resonancia. Mayor complicación de diseño ofrecían las trompetas de madera y los primeros instrumentos de cuerda de que se tiene noticia. Tomando como referencia las modernas sociedades tribales, cabe pensar que la percusión desempeñara un papel predominante en las culturas ancestrales del mundo civilizado.
Un segundo grupo se constituyó en el mundo occidental a través de la llegada de instrumentos procedentes de regiones alejadas del globo, principalmente asiáticas. Entre ellos cabe encuadrar a los banjos, xilófonos, gaitas y violines antiguos.
Finalmente, la cultura urbana desarrollada desde épocas renacentistas ha provisto a los conjuntos folkóricos de multitud de instrumentos relacionados con las diferentes culturas clásicas y populares: guitarras, clarinetes, toda la gama de violas y violines, contrabajos, etc.
Nació de este modo una ingente variedad de instrumentos, cada uno de los cuales caracterizó la música folklórica de cada país. Así se diferenciaron, por ejemplo, la balalaika y la domra, similares a los laúdes, en el folklore ruso; y los más diversos instrumentos de viento, tales como el kaval búlgaro, la gaita de los pueblos europeos de cultura céltica, las flautas de carrizo o de barro enraizadas en el folclor precolombino de los países latinoamericanos, o la siringa balcánica, flauta de tubos yuxtapuestos. También se originó una gran variedad entre los instrumentos de percusión. Ejemplos de ellos son la marimba americana, el pandero y la pandereta españoles o el címbalo húngaro, similar al xilófono de cuerdas.
Por su parte, los estilos de las canciones folkóricas son muy variados y se prestan a controvertidos análisis. Los estudios del compositor húngaro Béla Bartók, profundo conocedor de las músicas populares autóctonas, señalaron dos modalidades básicas de expresión: el parlando rubato, basado en patrones que el intérprete adorna y modifica a voluntad, y el tempo giusto, que sigue de modo rígido los esquemas rítmicos.
En este contexto se desarrolla la innumerable diversificando de danzas, cánticos y acompañamientos de la música folklórica mundial. Cabe mencionar, a título de ejemplo, algunos bailes característicos como la farándola provenzal, el jarabao de Bretaña, la bourrée francesa, la jota y el fandango españoles, el jarabe mexicano y el pericón argentino.
Las radios y los medios de grabación han puesto en contacto durante el último siglo a culturas distantes y divulgado ciertos estilos populares de música. Como consecuencia de ello se ha registrado una intercomunicación entre folklores y un cambio en los modos de interpretación que han dado como resultado dos efectos contrapuestos: la proliferación de tendencias mixtas o de amalgama y la búsqueda de identificaciones personales en el sentir expresivo.
Relación con otros tipos de música
El apogeo del pensamiento humanístico y racional de la Europa contemporánea, el renacimiento de las ciencias históricas y antropológicas y el encumbramiento del arte como actividad superior del intelecto arrojaron como resultado una suerte de exaltación de las manifestaciones creativas antiguas y presentes de las distintas sociedades humanas. La música folklórica no se ha visto excluida de esta filosofía, y a su valor intrínseco se han añadido, a partir de conocimientos y estudios intensos, sus evidentes relaciones con tipos de músicas más elaborados o tradicionalmente mejor considerados.
En el fondo de muchas composiciones cultas pueden observarse los patrones, modelos estructurales e incluso melodías del folklore de la tierra natal del compositor. Tal efecto se convirtió en deliberado durante el siglo XIX con el surgimiento de las escuelas nacionalistas de música, que indagaban en las raíces populares para entresacar nuevos modelos expresivos. De esta forma, las sencillas canciones folklóricas eran recreadas e instrumentadas para ser interpretadas en salas de conciertos, o servían como base rítmica de elaboradas y magnas obras orquestales. Autores célebres como Frédéric Chopin, Isaac Albéniz, Edvard Grieg y, más modernamente, Béla Bartók, Manuel de Falla o George Gershwin hicieron versiones orquestales de las canciones de su tierra, o se basaron en sus modelos métricos para escribir gran parte de sus obras.
La relación entre la música de origen popular y la folclórica es todavía más estrecha, hasta el punto de que ambos términos se confunden e incluso llegan a identificarse como conceptos análogos. Normalmente, se llama música popular a aquella que, aparecida en los últimos decenios, no ha sido transmitida oralmente, sino a través de medios de comunicación escritos o audiovisuales, aunque comparta la mayoría de las restantes características de la folklórica. Por otro lado, los autores de melodías populares son conocidos, aunque con frecuencia no recordados. El folk y el country estadounidenses, la chanson francesa, las baladas italianas, el jazz y el rock en sus múltiples facetas se encuadran plenamente dentro de esta tendencia. Raíces flamencas, brasileñas (samba, baiao) e hispanoamericanas (bolero antillano, mambo y rumba de Cuba, cumbia de Colombia, joropo venezolano, tango argentino, cueca de Chile, etc.) han pasado a engrosar su cada vez más extenso ámbito, en torno al cual se mueven importantes intereses económicos y sociales.
Estudio del folclore musical
Se conoce como etnomusicología la ciencia que se dedica al estudio analítico de las diversas tendencias del folclore musical de los pueblos. Dicho estudio se complica a medida que aumenta la antigüedad de los vestigios, por la diferencia de notaciones musicales o a la ausencia de éstas en las sociedades históricas. El trabajo del erudito musicólogo se asemeja al del filólogo, en cuanto que ha de investigar las fuentes del folclore a partir de comparaciones entre los restos existentes en diversos focos o áreas culturales, como si se tratara de signos dispersos de un lenguaje común. Esta ciencia de auge relativamente reciente ofrece la posibilidad de comprender los motivos y el prolongado camino recorrido por la evolución musical desde sus remotos orígenes rituales o funcionales.
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